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lunes, 15 de octubre de 2012

The Loaf - in a box -

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En los pasados meses de Julio, Agosto y Septiembre en la ciudad de San Sebastián hemos podido disfrutar de algo tan básico, pero no tan fácil de encontrar, como el pan artesano y en especial el elaborado con masa madre. Durante tres meses ha estado en funcionamiento The Loaf, una pop-up bakery donde podías comprar ricos panes, algún que otro pastel, degustarlos en aquel marco incomparable y realizar cursos de la mano de gente experta, ya sea para aprender la elaboración de estos productos o sobre otros placeres culinarios. Incluso con profesionales locales o procedentes de otros lugares.

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Dos de los principales responsables de este proyecto culinario temporal son Dan Lepard (arriba en imagen) e Ibán Yarza. El primero es un reconocido panadero mundial, cuyo famoso libro "Hecho a mano" ha sido traducido al español por Ibán Yarza. Este último es un periodista y traductor reconvertido a panadero autodidacta, responsable del blog el foro del pan y figura relevante en el panorama nacional por su reivindicación en recuperar el gusto por el pan de calidad.

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El proyecto arquitectónico fue realizado por Javier Bueno y estaba situado en el Paseo de Francia, frente a la estación de Renfe. Se componía básicamente de dos containers sobre un basamento de madera formando un conjunto en ángulo con vistas al río Urumea. El espacio que los separaba configuraba un lugar donde degustar sus productos, además de funcionar como acceso y zona paso. Un container se destinaba a la elaboración y venta del pan, y otro como aula para los cursos y almacén improvisado. Su arquitectura en general, desde el propio uso de los containers como el diseño del mobiliario, respondía al espíritu efímero y artesanal del contenido. Personalmente me pareció muy acertado este enfoque y ayudaba a esa idea de proximidad y transparencia con el público, resultando en cierto modo hogareño. El conjunto era completado con pequeños detalles de decoración rústicos, con un trato personal agradable y cercano.

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 Tuve la suerte de realizar el "curso para dummies" a mediados de septiembre impartido por Ibán Yarza (abajo en el centro de la imagen), en el que me acerqué por primera vez a la elaboración del pan. Siempre me ha gustado cocinar y comer. En ese orden de preferencia ya que lo primero se convierte en una muestra de aprecio cuando tienes la oportunidad de hacerlo para los demás. Me he animado a cocinar muchas cosas, me gusta variar en el día a día y modificar las recetas a mi gusto, sin embargo nunca me había atrevido a hacer pan. Posiblemente por respeto, desconocimiento y falta de valentía a enfrentarme sola por primera vez. En casa teníamos el famoso libro de Dan Lepard cogiendo polvo así que cuando tuve la oportunidad de aprender con ellos no dudé en hacerlo.

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El curso de casi tres horas se desarrolló en un ambiente muy distendido donde aprendimos algunas claves de la elaboración del pan más sencillo (sin masa madre). Fue lo suficientemente estimulante y didáctico como para animarnos a todos a seguir investigando en el mundo del pan artesanal. Al final del mismo nos fuimos con nuestra masa en una bolsa, lista para darle la forma y hornear. Desde entonces solamente he hecho dos más, con modestos resultados, pero seguiré practicando para mejorar.

Todo este asunto del pan también me vincula con mi pasado familiar y por ello me hizo especial ilusión realizar el curso. Mi bisabuelo materno fue panadero en Alcalá de Guadaíra, un pueblo sevillano de tradición panadera por sus molinos de agua que servían para moler el trigo y hacer harina. Mi abuela contaba que su padre había quitado mucha hambre aquellos años ya que cuando volvía de Sevilla con su burro en el tren, regalaba el pan que le sobraba a los pasajeros. Algunos de los asistentes al curso contaron que también tenían alguna vinculación familiar con este mundo y otros simplemente un interés en conocerlo mejor. Y es que el pan es un alimento tan básico en nuestra dieta que deberíamos prestarle más atención, ya sea como consumidor o elaborándolo.

Sin títuloMi primer pan

Por todo lo comentado, esta iniciativa me ha parecido muy interesante y enriquecedora tanto a nivel personal como para la ciudad en general. Ya que aúna varios aspectos a tener en cuenta, como son la creación de un modelo de negocio que hasta entonces no se había dado en San Sebastián (por lo menos del que tenga conocimiento), por su implicación con lo local y por su labor didáctica. En todo ello tienen también mucha responsabilidad los chicos de la salsera. Mi enhorabuena a todos y espero que se sigan produciendo cosas tan interesantes como estas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Chicago: de norte a sur

En esta última entrada os hablaré de tres zonas bien distintas.

La mañana del domingo estuvimos por el South Side. Empezamos por el barrio más lejano, Douglas, donde se encuentra el Illinois Institute of Technology. Para llegar allí cogimos una línea de metro cuya estación está elevada respecto de la calle. Ese tipo de estaciones son comunes pues gran parte de las líneas van en superficie y pasan a escasos metros de las fachadas traseras de las casas. Sin duda podría escribirse un post entero hablando sobre el viejo metro de Chicago. Pero volviendo a la estación, vimos por primera vez en ella una especie de cabina abierta con calentadores para combatir el viento frío proveniente del norte, típico de la ciudad. 

Una estación de metro elevada, con una cabina para protegerte del frío

Una vez llegamos a nuestro destino, comprobamos que las calles del campus estaban casi vacías de gente, no en vano era fin de semana. Sin embargo, algunos edificios estaba abiertos y ocupados por estudiantes, como el Sr Crown Hall y la Paul Galvin Library, ambos de Mies Van Der Rohe, que no decepcionaron. Sobre todo me dieron envidia los que trabajaban con sus maquetas en el Sr Crown, ¡qué medios tienen!

Interior del Sr Crown Hall de MiesVan Der Rohe

También pude adentrarme en la locura que es el McCormick Tribune Campus Center de Rem Koolhaas. Me encantó su manera de aprovechar el espacio entre las vías del metro, la fluidez de los espacios, alimentados por patios que dan calidez a la predominante estética industrial. Apenas estuve una hora por allí, poco tiempo para verlo todo y con calma, pero fue un pequeño chute de arquitectura muy estimulante.

El McCormick Tribune Campus Center de Rem Koolhaas


Desde allí subimos hacia el Near South Side en metro para luego ir andando hacia el West South Side. De nuevo comprobamos la escala de algunas infraestructuras de la ciudad (en concreto el entramado que forman las vías de tren) que marcan una clara y gran brecha entre ambas partes. Pasamos de una zona de casitas adosadas y edificios bajos con jardines privados cerrados por muros altos, con poco ambiente en las calles, a otra con comercios y menor calidad arquitectónica pero llena de actividad. Nuestro principal interés estaba en ver el antiguo mercado del blues, donde antiguamente los grupos tocaban para ser contratados en algún bar. Pero actualmente consiste en el típico mercadillo donde comprar cualquier cosa para la casa y donde no vimos ningún rastro del pasado. Aprovechamos para comer en un mítico puesto de perritos calientes que existe desde la época en la que el mercado del blues funcionaba como tal. Se trata del Jim's Original, donde apenas tenías una barra en la fachada para poder degustar tamaña exquisitez de comida rápida. No sé si sería el hambre que teníamos, el lugar o que realmente la carne estaba sabrosa, pero me parecieron una delicia. Eso sí, con uno te podías alimentar hasta la noche pues saciaban mucho, como casi todo este tipo de comida.

Alta cocina rápida en el Jim's Original


Esa tarde fuimos a Wrigleyville para ver el ambiente de los alrededores del estadio de los Cubs, uno de los equipos de baseball de la ciudad, que jugaba ese día en casa. Esta visita fue de las más divertidas del viaje. Los partidos suelen durar horas y era curioso ver cómo algunas personas entraban y salían sin parar del estadio. Pero lo más sorprepndente fue ver las gradas metálicas montadas sobre las cubiertas de las casas aledañas al estadio, posiblemente gestionadas por clubes privados. El espectáculo deportivo sobrepasaba físicamente los límites del campo. Paseamos un poco por la zona, un barrio tranquilo, de casas unifamiliares con jardines descuidados, con un metro en superficie de estructura oxidada que lo atraviesa, y comercios en las calles principales. En una de ellas nos topamos con la mítica tienda Chicago Comics, un paraíso para los aficionados a este género literario. 

Gradas sobre las cubiertas de los edificio aledaños al estadio de los Cubs

 Una de las principales calles comerciales, con el metro a lo lejos

Por último os hablaré del barrio Wicker Park, situado al Noroeste del Loop, el cual visitamos una mañana lluviosa. Se trata de un barrio de ambiente joven y bohemio, lleno de bares variopintos, boutiques preciosas, tiendas de segunda mano y demás comercios que puedas imaginar, casi siempre con una estética muy personal, alternativa. Básicamente nos dedicamos a vivirla, a tomar algo en algún bar, comer en uno de sus restaurantes, hacer alguna compra y sobre todo, mirar. Una de las tiendas en las que compramos fue Renegade Handmade, donde nos hicimos con una lámina estampada, una postal de madera y demás artículos que para nosotros son el mejor souvenir posible.

 Una tienda de Wicker Park, llena de cosas prescindibles pero preciosas

Concretamente paramos en The Wormhole, una cafetería decorada con posters y artículos de películas, especialmente del Regreso al Futuro, donde llamaba la atención su réplica del coche Delorean colocado en el escaparate. Era muy acogedora, con grandes mesas compartidas por diferentes personas, todas ellas haciendo sus cosas (leer, trabajar con el ordenador, charlar con alguien, etc) donde era inevitable preguntarte por qué este tipo de local no lo hay en ciudades como San Sebastián.

 Reportage sobre la cafetería The Wormhole

Todas estas visitas son muy recomendables pues te ayudan a tener una visión más completa de la ciudad, ya que te adentras en barrios alejados de las zonas más turísticas, en los que percibes cómo puede ser el día a día de un ciudadano medio, y donde puedes encontrar cosas preciosas para decorar tu casa o vestir. Sin duda, Chicago es una ciudad muy interesante que no me importaría volver a visitar e incluso vivir por un tiempo.

Os recuerdo que podéis ver más fotografías mías aquí y consultar nuestro mapa donde encontrarás todas estas cosas y muchas otras que se han quedado por comentar o visitar.

Chicago: Lincoln Park y Gold Coast

Uno de los días lo dedicamos a visitar el Lincoln Park y el barrio de Gold Coast situados al norte del Loop. Uno de sus principales atractivos es su cercanía al lago Michigan. La vista desde la orilla hacia el Loop es imponente y es una agradable zona de ocio al aire libre donde vimos a muchas personas hacer deporte. 
Vista del Loop desde el North Ave Beach

El Lincoln Park es otro parque enorme de la ciudad, llenos de pistas deportivas, salpicado de estanques bonitos y de zonas arboladas donde es fácil ver ardillas. Gran parte está ocupada por un zoo que vimos por fuera, del que nos llamó la atención su reproducción de la típica granja norteamericana con sus vacas y todo. También visitamos el pabellón del estudio de arquitectura Gang. Me gustó su construcción pero eché en falta algún tipo de mobiliario y que hubiera algo de césped debajo, que invitara a tumbarte o sentarte, y lo integrara más con su alrededor.    
Pabellón del Studio Gang Architects

Goal Coast es una de las zonas más pudientes de la ciudad, llena de villas preciosas en su parte norte y de rascacielos a medida que te acercas al Loop. Es posiblemente la zona más popular para ir de tiendas y está llena de bares y restaurantes animados a casi cualquier hora del día. Nuestro hotel se encontraba muy cerca, algo más al sur, por lo que casi todos los días pasábamos por allí. Esta zona es posiblemente la que mejor representa esa idea que se tiene a priori de una gran ciudad norteamericana, llena de actividad, con sus grandes avenidas, los rascacielos, el constante flujo de personas yendo a trabajar, de compras, a mirar y a ser vistos. Donde es fácil  sentirte anónimo entre la gran variedad de razas y estilos de personas. 
sirens
Una mujer se tapa los oídos al paso de un camión de bomberos. Contemplar y formar parte de aquel ambiente urbano era estimulante y entretenido

Aquella tarde comimos en un restaurante recomendado por una conocida que había vivido en Chicago unos años. Fuimos con muchas expectativas pues nos habían dicho que era un sitio frecuentado por locales donde se podía degustar auténtica comida norteamericana, concretamente la mejor hamburguesa de la ciudad para muchos. Se trataba del Mike Ditka's Restaurant, forrado de madera oscura en su interior y lleno de fotografías y recuerdos de diversos deportistas. No en vano, su dueño es toda una celebridad ya que fue jugador, entrenador en jefe y comentarista de fútbol americano. Como éramos un grupo numeroso, nos pusieron en un rincón del restaurante con una pantalla plana gigante donde estaban retransmitiendo un partido de los Chicago Bulls de Play-off. Sin duda fue una de las comidas más divertidas y auténticas que tuvimos en el viaje, con el local lleno de gente comiendo y tomando cervezas, comentando las jugadas pero sin llegar a resultar molesto. No soy una fan de las hamburguesas pero tenía claro que en el viaje las probaría de todos los colores. Y resultaron ser las más ricas que he comido nunca. No tienen nada que ver con las que sueles encontrar en España, son mucho más sabrosas y están llena de ingredientes. De acompañamiento pedí ensalada que podría haber sido perfectamente un plato aparte. Pero lo que se llevó la palma en cuanto a tamaño se refiere, fue el trozo de tarta de chocolate de la que también nos habían recomendado y avisado. No fuimos capaces de acabarla entre 8 personas. 
Una porción de tarta de chocolate, a 6 dólares, que no pudimos acabar

Y es que si algo comprobé en el viaje, fue que allí casi todo es más grande que en España, ya sean las raciones de comida, los vasos de agua que te ponen nada más sentarte en la mesa, las camas del hotel ... e incluso algunas personas, pues no he visto a gente tan obesa como allí. Y la atención al cliente fue casi siempre ejemplar.

En esta zona también hay que destacar que se encuentra el Lake Shore Drive de Mies Van der Rohe, que ha sido restaurando recientemente por el estudio Krueck and Sexton Architects, un parque comunitario de igual nombre y el John Hancock Center, mi rascacielos favorito de la ciudad. A este último subimos cuando ya era de noche, después de un buen rato haciendo cola. Pero no pudimos sentarnos a tomar nada ya que estaba lleno de gente. Uno de los secretos para contemplar en primera línea las vistas es entrar en el baño de mujeres.
 El John Hancock Center me encantó

domingo, 20 de septiembre de 2009

Orphan girl en la Schmap Amsterdam Guide

Desde esta mañana se podía ver en la octava edición de la guía Schmap de Amsterdam una de mis fotografías de la cafetería Bakkerswinkel. Estas cosas hacen ilusión y me han entrado unas ganas de desayunar alguna de sus tartas tan ricas ...

sábado, 25 de abril de 2009

algo de arquitectura contemporánea en amsterdam - 2ª parte

Como decía en la anterior entrada, la tarde de nuestra última jornada en la ciudad la pasamos en la zona norte, al otro lado del río Amstel. Nuestra única referencia era un bar un tanto peculiar y el paseo en el barco que te lleva hasta allí. Actualmente el ayuntamiento quiere mejorar la conexión entre ambas zonas de la ciudad y para ello han dispuesto barcos gratuitos durante todo el día que cruzan el río cada media hora, y a los que puedes subir tu bicicleta o ciclomotor incluso. Se cogen en los muelles de la zona trasera de la Estación Central y en unos veinte minutos ya estás en tu destino.
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La primera impresión que tuvimos al llegar fue la de estar en un área industrial venida a menos pero a la que se le está intentando dar vida más allá de la actividad comercial. Había desde fábricas viejas medio abandonadas hasta containers apilados adaptados como viviendas. Nuestra primera parada fue al Noorderlicht cafe, nuestro lugar de referecia para comer que queda a unos diez minutos andando desde donde atraca el barco. Se trata de un edificio inspirado en las estructuras típicas de los invernaderos pero menos sofisticado en su construcción, como una suerte de baja tecnología o low-tech que me recordaba al espíritu de los proyectos de Rural Studio
Sin títuloSin títuloHacía un día razonablemente bueno así que comimos en una de las mesas al exterior que dan hacia el río con la ciudad al fondo aunque el cielo no permitía verla del todo bien. La carta no era muy variada y, dado que estaba en perfecto holandés, nos decidimos por unos sandwiches y una hamburguesa sin saber muy bien qué tenían pero que resultaron deliciosos. Para un turista acostumbrado a la dieta mediterránea, la gastronomía holandesa puede resultar muy pobre ya que no es muy variada ni rica en sabores pero hay que reconocer que son unos expertos en hacer sandwiches y hamburguesas. No hay que olvidar tampoco la gastronomía tailandesa que tiene mucho arraigo en el país y la repostería de la que ya hablé en mi entrada sobre la cadena De BakkerswinkelMás fotos mías del Noorderlicht cafe aquí.
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De camino hacia el barco que nos llevaría de vuelta al centro de la ciudad, nos animamos a entrar en un gran edificio con apariencia de estar medio abandonado y del que nos había llamado la atención el ruido que venía de su interior, procedente de un skatepark anunciado en la fachada del edificio. En este tipo de situaciones pienso que ser arquitecto implica casi por defecto ser un explorador osado que entra allí donde su olfato le dice que puede haber algo interesante sin tener muchas veces "permiso" para hacerlo. En este caso el acceso a la pista era libre pero las instalaciones habrían echado para atrás a más de uno. Nos llevamos una gran sorpresa al comprobar que sucedían más cosas dentro de aquel edificio industrial. Funcionaba como un gran contenedor que a su vez guardaba pequeños módulos que previsiblemente harían las veces de oficinas o talleres. Hasta que no regresé del viaje e investigué en internet no supe que aquello fue un antiguo hangar que ahora funciona como centro de cultura underground que engloba a varios elementos del muelle. Tienen página web pero casi todo está en holandés.
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Nuestra visita a la zona terminó aquí y, aunque no llegamos a recorrerla en su totalidad, nuestra impresión fue que está en un estado de transición en el que su principal actividad ya no es tan importante lo que ha propiciado que puedan ocurrir otras cosas que antes eran impensables. Esta situación es una oportunidad para reaprovechar edificios que han sido abandonados por la falta de actividad en su interior pero que pueden ser útiles para que ocurran otras sin la necesidad de mucha inversión para su adaptación. Su posición alejada del núcleo urbano principal de la ciudad y su origen industrial como actividad aún predominante seguramente sean condiciones que propician estas maneras más abiertas y flexibles de ocupar la arquitectura preexistente y de conolizarla con otras que responden a maneras de vivir y trabajar distintas a lo convencional. Simplemente el ocupar un gran edificio con oficinas o talleres mientras se decide cómo intervenir en él de manera más definitiva (si ésta es la idea final que se tiene para el edificio) es una opción inteligente de mantenerlo vivo y de optimizar lo existente. Y ya no digamos en edificios a los que se les atribuya algún valor patrimonial, ya sea por la calidad de su arquitectura como por lo que representa para la ciudad, y que por lo tanto se quiera conservar. Sin duda esta última visita a la zona norte fue muy interesante, al igual que el resto de la jornada, por lo que se la recomiendo a todo aquel que le interese visitar otras zonas menos turísticas y que permiten conocerla en mayor profundidad. Yo intentaré seguir investigando desde internet.

miércoles, 15 de abril de 2009

De Bakkerswinkel

Cuando vamos de viaje siempre nos gusta mirar antes qué cosas nos interesa visitar, ya sean edificios, museos, parques, hasta tiendas o restaurantes. Los situamos en nuestro mapa y según vayamos andando miramos si algo nos pilla cerca. Pero también improvisamos sobre la marcha, yo especialmente puedo ponerme pesada inventando planes alternativos continuamente. En este sentido teníamos varias cosas previstas y una de ellas era la cafetería-repostería De Bakkerswinkel. Y es que si en algo destacan los holandeses, además de por los quesos, es por su repostería. En cualquier calle podrás encontrar tiendas con galletas imposibles y tartas superdecoradas, sin olvidarnos de la variedad de panes que tienen. Y si además los acompañas de zumos de fruta y mermeladas caseros con sabores sorprendentes, pues la jugada sale perfecta. A Holanda hay que ir a desayunar y merendar sobre todo, aunque sus sandwiches (y los tailandeses) no se quedan atrás pero de eso os hablaré en otra entrada.



vista panorámica desde el patio trasero

Volviendo a De Bakkerswinkel, ésta es una cadena holandesa que tiene locales en varias ciudades del país y nosotros estuvimos en la situada cerca del conocido barrio de los museos ("Amsterdam Zuid" según la página web). Posee dos partes diferenciadas, una donde poder degustar sus productos y otra donde comprarlos. Su decoración es preciosa y te hacía sentir como en casa.



Tomamos un capuchino, un zumo de frutas y una carrot cake, todo delicioso. En total pagamos unos 9,7 euros, que es bastante dinero, pero hay que tener en cuenta que en general todo es más caro allí y que eran productos caseros. Nos quedamos con las ganas de probar más cosas así que si volvemos a Holanda intentaremos repetir sitio aunque no es difícil encontrar lugares de este tipo.


nuestra merienda


la carta era preciosa

Si pinchan en las fotos irán a mi flickr donde colgaré más fotografías del viaje.