sábado, 25 de abril de 2009

algo de arquitectura contemporánea en amsterdam - 2ª parte

Como decía en la anterior entrada, la tarde de nuestra última jornada en la ciudad la pasamos en la zona norte, al otro lado del río Amstel. Nuestra única referencia era un bar un tanto peculiar y el paseo en el barco que te lleva hasta allí. Actualmente el ayuntamiento quiere mejorar la conexión entre ambas zonas de la ciudad y para ello han dispuesto barcos gratuitos durante todo el día que cruzan el río cada media hora, y a los que puedes subir tu bicicleta o ciclomotor incluso. Se cogen en los muelles de la zona trasera de la Estación Central y en unos veinte minutos ya estás en tu destino.
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La primera impresión que tuvimos al llegar fue la de estar en un área industrial venida a menos pero a la que se le está intentando dar vida más allá de la actividad comercial. Había desde fábricas viejas medio abandonadas hasta containers apilados adaptados como viviendas. Nuestra primera parada fue al Noorderlicht cafe, nuestro lugar de referecia para comer que queda a unos diez minutos andando desde donde atraca el barco. Se trata de un edificio inspirado en las estructuras típicas de los invernaderos pero menos sofisticado en su construcción, como una suerte de baja tecnología o low-tech que me recordaba al espíritu de los proyectos de Rural Studio
Sin títuloSin títuloHacía un día razonablemente bueno así que comimos en una de las mesas al exterior que dan hacia el río con la ciudad al fondo aunque el cielo no permitía verla del todo bien. La carta no era muy variada y, dado que estaba en perfecto holandés, nos decidimos por unos sandwiches y una hamburguesa sin saber muy bien qué tenían pero que resultaron deliciosos. Para un turista acostumbrado a la dieta mediterránea, la gastronomía holandesa puede resultar muy pobre ya que no es muy variada ni rica en sabores pero hay que reconocer que son unos expertos en hacer sandwiches y hamburguesas. No hay que olvidar tampoco la gastronomía tailandesa que tiene mucho arraigo en el país y la repostería de la que ya hablé en mi entrada sobre la cadena De BakkerswinkelMás fotos mías del Noorderlicht cafe aquí.
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De camino hacia el barco que nos llevaría de vuelta al centro de la ciudad, nos animamos a entrar en un gran edificio con apariencia de estar medio abandonado y del que nos había llamado la atención el ruido que venía de su interior, procedente de un skatepark anunciado en la fachada del edificio. En este tipo de situaciones pienso que ser arquitecto implica casi por defecto ser un explorador osado que entra allí donde su olfato le dice que puede haber algo interesante sin tener muchas veces "permiso" para hacerlo. En este caso el acceso a la pista era libre pero las instalaciones habrían echado para atrás a más de uno. Nos llevamos una gran sorpresa al comprobar que sucedían más cosas dentro de aquel edificio industrial. Funcionaba como un gran contenedor que a su vez guardaba pequeños módulos que previsiblemente harían las veces de oficinas o talleres. Hasta que no regresé del viaje e investigué en internet no supe que aquello fue un antiguo hangar que ahora funciona como centro de cultura underground que engloba a varios elementos del muelle. Tienen página web pero casi todo está en holandés.
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Nuestra visita a la zona terminó aquí y, aunque no llegamos a recorrerla en su totalidad, nuestra impresión fue que está en un estado de transición en el que su principal actividad ya no es tan importante lo que ha propiciado que puedan ocurrir otras cosas que antes eran impensables. Esta situación es una oportunidad para reaprovechar edificios que han sido abandonados por la falta de actividad en su interior pero que pueden ser útiles para que ocurran otras sin la necesidad de mucha inversión para su adaptación. Su posición alejada del núcleo urbano principal de la ciudad y su origen industrial como actividad aún predominante seguramente sean condiciones que propician estas maneras más abiertas y flexibles de ocupar la arquitectura preexistente y de conolizarla con otras que responden a maneras de vivir y trabajar distintas a lo convencional. Simplemente el ocupar un gran edificio con oficinas o talleres mientras se decide cómo intervenir en él de manera más definitiva (si ésta es la idea final que se tiene para el edificio) es una opción inteligente de mantenerlo vivo y de optimizar lo existente. Y ya no digamos en edificios a los que se les atribuya algún valor patrimonial, ya sea por la calidad de su arquitectura como por lo que representa para la ciudad, y que por lo tanto se quiera conservar. Sin duda esta última visita a la zona norte fue muy interesante, al igual que el resto de la jornada, por lo que se la recomiendo a todo aquel que le interese visitar otras zonas menos turísticas y que permiten conocerla en mayor profundidad. Yo intentaré seguir investigando desde internet.

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