empezamos ...

El coladero habitado

En el interior de una caja agujereada no puedo respirar mejor y mis ojos acabarán por cerrase intentando imaginar lo que las paredes me ocultan. Los rayos de luz que llegan al interior configuran un entramado de líneas que me descubren las miles de partículas que flotan en el aire. El viento lo percibo al observar cómo se alborotan con un leve soplido, con agitar su cercanía, o cuando la caja amenaza con volcar y suena el choque de cuerpos en arrastre contra las paredes.
Aquí mis oídos se agudizan y aumentan su capacidad de retención pues los sonidos parecen escapar con rapidez, como si entraran por algunos de los agujeros y siguieran su muerte acústica por otros que hacen de salida.Solamente mi voz permanece pero no con la suficiente intensidad como para ser oída desde fuera.
Y mientras todo pasa, mis ojos se achican intentando ver lo oído y verificar lo imaginado.
Este gran colador es un espacio de pasos contados en el que habita mi desesperación y desde donde puedo controlarla. Pero esta monotonía fundada en lo inesperable aplasta mi vitalidad, que poco a poco decae preguntándose si en algún momento podré salir de aquí, si todo lo que intuyo cobrará forma ante mis ojos y sentido ante mi entendimiento.

Con este viejo texto inauguro el blog en el que contaré aquellas cosas que hacen que cualquier "encierro" sea más llevadero.

Espero que tanto vosotros como yo disfrutemos de lo que a continuación empieza, ¡bienvenidos!